Día 9: Yereván, ¿preámbulo de las políticas de exterminio nazi?
Armenia lo intenta gritar a los 4 vientos, pero el mundo decide no escuchar. Probablemente el pueblo armenio sufrió el primer (y olvidado) holocausto en el mundo.
La mañana de hoy la dedicaríamos para visitar el museo de historia del genocidio armenio.
Escultura fuera del museo del genocidio armenio
El genocidio no ocurrió en Yereván ni en Armenia, si no que ocurrió en lo que hoy es Turquía. Durante el genocidio hubo un exterminio sistemático donde al menos 1,5 millones de armenios fueron asesinados, principalmente entre los años 1915 y 1923.
Los paralelismos entre el holocausto armenio provocado por los turcos, y el holocausto judío a manos de los nazis, son tan escalofriantemente parecidos, que no podemos evitar hacernos la pregunta si uno habría servido para dar ideas al otro.
Para intentar entender por qué ocurrió este genocidio armenio, tendríamos que ver los antecedentes y contexto. Desde el siglo XVI el imperio otomano había sido un próspero imperio, donde las minorías (armenios incluidos) podían vivir relativamente bien. Con el paso de los siglos el poder del imperio comienza a decaer, y con ello las tensiones entre los turcos y las minorías comienza a elevarse, donde las minorías eran señaladas como las culpables de todos los males que los turcos padecían. Para 1914, el imperio otomano ya había perdido prácticamente todo su territorio en África y Europa. En respuesta a esta crisis surge un grupo nacionalista llamado los Jóvenes Turcos, donde en su agenda tenían no solo erradicar a las minorías del imperio, si no también volver a expandirse y conquistar territorios allá donde hubiese turcos para “liberarlos” (esto recuerda a la política “Lebensraum” de la Alemania nazi, cuya ideología buscaba expandir los territorios alemanes para proporcionar un “espacio vital” a la raza aria y sus necesidades).
Los Jóvenes Turcos comienzan a hablar públicamente de la necesidad de “reubicar” a su población armenia (así como los nazis hablarían después de los judíos).
De los Jóvenes Turcos es que sale la CUP (partido del actual presidente de Turquía, Erdogan), partido que seguiría con la misma agenda ultranacionalista. Los armenios comenzaron a sufrir de políticas discriminatorias como mayores impuestos y la imposibilidad de acceder a puestos en el gobierno. Para 1914 la CUP decide aliarse con Alemania y el imperio Austro-Húngaro, y declararle la guerra a Rusia, Reino Unido y Francia. La Primera Guerra Mundial comenzaba.
Los turcos de a pie, así como sus líderes políticos, hicieron el siguiente simple pero peligroso símil: si Rusia es nuestra enemiga, y Rusia es cristiana…. por tanto, los armenios cristianos son nuestros enemigos también. Entre las minorías, los armenios comenzaron a ser vistos con recelo principalmente y el grueso de las masacres comenzaron. Miles fueron fusilados en Constantinopla (actual Estambul), y cientos de miles fueron deportados a campos de concentración diseminados por el imperio otomano.
Así como los nazis llevarían a los judíos en trenes a Auschwitz, Birkenau, Treblinka, Dachau y otros campos de concentración, 2 décadas antes los turcos llevaron en trenes a armenios a campos de concentración establecidos en Ras al-Ain, Rakka, Alepo, Deir es-Zeour, y de ahí 150 km al norte hacia la temible colina Margada, en el desierto sirio, donde al menos unos 50.000 armenios fueron asesinados. Una política de asesinato por raza estaba establecida. Iglesias armenias ardieron en Turquía al igual que sinagogas en Alemania.
Ingenieros alemanes construyeron el sistema ferroviario de Turquía, presenciando cómo los vagones de ganado eran utilizados para transportar a humanos.
Mientras los armenios realizaban estas marchas forzosas, eran “encontrados” en el camino por bandas que los masacraban con machetes (estas bandas estarían aliadas con la CUP). Algunas mujeres y niños que sobrevivían fueron raptados para utilizarlos como mano de obra forzosa o esclavos sexuales. Se vieron obligados a convertirse al Islam y hablar turco, perdiendo así por siempre su identidad armenia. Los hombres que sobrevivían a estas matanzas eran obligados a seguir desplazándose hacia el desierto de Siria (perteneciente al imperio otomano en aquél entonces) donde morían deshidratados, de hambre o de agotamiento. Y los pocos que finalmente llegaban a los campos de concentración solían morir ahí mismo.
Muchos alemanes sirvieron en Turquía durante la Primera Guerra Mundial, siendo testigos del genocidio armenio, y estos mismos alemanes servirían después en el gobierno de Hitler, por lo que es más que probable que el líder nazi conociera sobre los métodos turcos para poner en marcha la máquina de matar y, quizás más preocupante aún, que fuera consciente que el mundo no actuó ante dicho genocidio. Hitler lanza en 1939 la siguiente pregunta a sus generales: “¿Quién, después de todo, habla hoy en día del genocidio armenio?”. Dos días después el líder nazi invadiría Polonia y comenzaría la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de unos 6 millones de judíos.
Flor en memoria de los fallecidos durante el genocidio armenio
Hoy en día tan solo 34 países reconocen el genocidio (España no lo reconoce). ¿Por qué no? Para evitarse problemas con Turquía, un país que al fin y al cabo tiene mayor músculo económico y comercial que la empobrecida Armenia. Al salir del museo, no sé si por una macabra coincidencia, o hecho aposta, lo primero que uno ve es el Monte Ararat, símbolo y orgullo de los armenios, pero que desde 1921 pertenece a Turquía. Ver esta montaña desde toda Yereván y parte del país, es un constante recordatorio de la humillación que han sufrido los pobres armenios a lo largo de su historia.
Con esto habíamos terminado de ver todo lo que la capital tiene que ofrecer, por lo que decidimos pasar el resto del día visitando sus mercados y ver cómo era el día a día de la ciudad. Esta noche tendríamos que irnos para el aeropuerto y de ahí coger el avión para regresar a Madrid.
Coche cubirto con las famosas alfombras armenias
Hombre mayor tocando el kamancheh armenio