Día 8: Yereván, descubriendo la (por ahora) capital armenia
¿Por qué hemos dicho la “por ahora” capital armenia? Bueno, porque a lo largo de la convulsa historia de este país, donde cambios de fronteras y de fuerzas ocupantes (turcos, árabes, persas, mongoles, bizantinos, romanos, y un largo etc…) era el pan de cada día, ha provocado que ¡Armenia tenga nada más y nada menos que 12 capitales! Y como muestra de esas volubles fronteras debido a luchas entre imperios sobre la arena armenia, de las 12 capitales tan solo 5 se encuentran en lo que actualmente es Armenia, siendo éstas: Armavir, Artashat, Vagharshapat, Dvin, y Yerevan misma desde 1918.
Yereván es una ciudad que aparece un poco atrapada entre 2 épocas. Pareciera que se está quitando las ropas comunistas con las cuales estuvo vestida durante décadas, para ahora comenzar a mirar hacia occidente, pero sin todavía llegar ahí. En Yereván encontramos grandes edificios y monumentos comunistas, pero al mismo tiempo uno encuentra cientos de restaurantes de pizzas, kebabs, garitos para fumar shishas con música occidental a todo volumen, etc… Se siente que está en un momento de transición entre una fase y la otra.
El horizonte de la ciudad de Yereván no es el más impactante de todos
La Plaza de la República (antes Plaza Lenin) es una enorme plaza en el corazón de la ciudad, pensada más para los coches que personas, con grandes edificios comunistas
Museo de historia de Armenia en la Plaza de la República
La oz y el martillo en la entrada a Correos
Esta plaza de noche ofrece un bonito espectáculo de música clásica, luces y agua
Estatua de la Madre Armenia, con 51 m. de altura, sustituyó a una estatua de Stalin en 1962.
Imagen de Lenin en la calle
Nuestro día de hoy comenzó con Erebuni, una antigua fortaleza fundada en el 782 a.C., y para llegar a ella tomamos el metro y nos bajamos en la estación de David de Sassoun, aquél héroe armenio que expulsó a los árabes invasores del país.
Estación de metro David de Sassoun, con típica arquitectura soviética mastodóntica y sobria
En cuanto salimos del metro tomamos un autobús que nos dejó en la colina Arin Berd, donde se encuentra la fortaleza Erebuni.
La fortaleza de Erebuni construida sobre la colina Arin Berd
La fortaleza fue construida por los urartus. Urartu fue el primer reino dentro de lo que hoy es Armenia. Se formó en el siglo IX a.C. cerca del lago Van (actual Turquía), y alcanzó su máximo esplendor durante los reinados de Menua I, su hijo Argisht I, y el rey Sarduri II. Estos 3 reyes expandieron las fronteras de su reino desde Turquía hasta la actual Armenia. Argisht I cruzó y conquistó el valle Ararat y en el 782 a.C. decidió construir sobre la colina Arin Berd una fortaleza para proteger su reino de las invasiones del norte. Esta fortaleza sería Erebuni, y aunque no era la capital del imperio Urartu sí fue un importante centro de poder económico y cultural. Yereván obtendría su nombre de Erebuni, y por tanto se considera la fundación de la ciudad desde el 782 a.C., cuando la fortaleza fue construida, convirtiendo así a Yereván en una de las ciudades más antiguas del mundo constantemente habitadas.
La antigua ciudad-fortaleza se encuentra rodeada de unas reconstruidas murallas de 6 m de altura (aunque antes llegaron a medir hasta 12 m).
Murallas de Erebuni
Pórtico de entrada a la fortaleza
Ver la fortaleza te puede llevar unas dos horas aproximadamente. Se encuentra dividida en 3 grandes áreas: el templo, el palacio, y la zona de servicio. Así que vamos allá.
Según entras a Erebuni con lo primero que te encontrarás es con el precinto del templo de Jaldi.
Templo de Jaldi
Los urartus eran politeístas. Tenían 79 dioses y diosas. Toros y ovejas eran sacrificados para ellos, y vacas y ovejas para ellas. De todos, el dios más importante era Jaldi. Era el dios a quien reyes y súbditos le rezaban para triunfar en la guerra. En épocas como ésta de constante expansión del reino Urartu era vital tener a un dios poderoso de su lado que garantizara victorias. Los templos de Jaldi solían estar adornados con espadas, escudos, lanzas, y cualquier otra arma de la época, por lo que a veces a estos templos se les denominaba como “salones de armas”. Jaldi era representado como una figura humana sobre un león.
Imagen del dios Jaldi en el templo de Erebuni
El precinto religioso incluía más edificios religiosos. Tenía un pequeño ziggurat (torre religiosa) y un enorme pórtico de 12 columnas de madera en frente del templo donde la gente se reunía, aunque ahora tenemos que recurrir a la imaginación para hacernos la idea.
Bases de las columnas del pórtico, con el templo Jaldi a la izquierda. También a la izquierda estaría el altar de sacrificios
Es en este precinto donde se encontró una piedra con escritura cuneiforme, la escritura más antigua del mundo procedente de Mesopotamia, donde se habla de la fundación de Erebuni.
Piedra con inscripciones en cuneiforme
La zona del palacio es otra zona que permite explorar e imaginar cómo sería el lugar en el pasado. Aquí también se encuentra un pequeño templo llamado Susi, pero al parecer no hace referencia a ningún dios con ese nombre. Probablemente también estaba dedicado a Jaldi con la diferencia que este pequeño templo se encontraba dentro del recinto palaciego.
Entrada al palacio
Piedras con inscripciones en cuneiforme a los lados de la entrada del templo Susi, dentro del recinto palaciego
Sala columnada dentro del palacio
Es muy probable que por este palacio hayan pasado reyes urartus, no solo para revisar las fronteras del norte de su reino, si no también para tomar importantes decisiones. Por ejemplo, en algún momento decidieron que era buena idea quitarle territorios a su poderoso vecino del sur, Asiria, para poder ganar acceso al mar Mediterráneo. Asiria se estaba impacientando con estos atrevimientos por parte de los urartus, por lo que en el verano del 714 a.C. su rey, Sargon II, decide atacar al reino de Urartu, venciendo así al rey Rusa I. La fortaleza Erebuni, junto con otras ciudades urartus fueron destruidas y saqueadas, llevándose así los asirios 2 toneladas de oro y 10 toneladas de plata, junto con otras riquezas y esclavos. Urartu no fue totalmente destruido pero sí quedó como un debilitado reino al lado de Asiria. A partir de aquí iría declinando hasta que termina colapsando en algún momento del siglo VI a.C.
La tercera y última parte de la fortaleza es la que se refiere a los graneros, almacenes, y cuartos de sirvientes.
Era momento de regresarnos al centro de Yereván. Para ello esta vez tomamos un autobús, que nos dejaría cerca de La Cascada, un sitio que no sabría si definir como un monumento o como un edificio.
La Cascada
La Cascada son unas escaleras que tienen diversas fuentes y esculturas. No obstante, puedes “entrar” a estas escaleras y por dentro es una enorme galería de arte con obras de Botero, Arshile Gorky, Lynn Chadwick, Jaume Piensa y Barry Flanagan.
La siguiente parada fue el museo de historia del genocidio armenio.
Escultura fuera del museo del genocidio armenio
El genocidio no ocurrió en Yereván ni en Armenia, si no que ocurrió en el vecino imperio otomano (hoy en día Turquía). Durante el genocidio hubo un exterminio sistemático donde al menos 1,5 millones de armenios perecieron. Aunque los asesinatos y persecuciones venían sucediéndose desde finales del siglo XIX, lo grueso del genocio fue entre 1915 y 1923. Desde el siglo XVI el imperio otomano había sido un próspero imperio, donde las minorías (como los armenios) podían vivir relativamente bien. Con el paso de los siglos el poder del imperio comienza a decaer, y con ello las tensiones entre los turcos y las minorías comienza a elevarse. Para 1914 el imperio otomano ya había perdido prácticamente todo su territorio en África y Europa. En respuesta a esta crisis surge un grupo nacionalista llamado los Jóvenes Turcos, donde en su agenda tenían no solo erradicar a las minorías del imperio, culpándolos de todos los males, si no también volver a conquistar territorios allá donde hubiese turcos para “liberarlos”.
De los Jóvenes Turcos es que sale la CUP (partido del actual presidente de Turquía, Erdogan), partido que seguiría con la misma agenda ultranacionalista. Los armenios comenzaron a sufrir de políticas discriminatorias como mayores impuestos y la imposibilidad de acceder al gobierno. Para 1914 la CUP decide aliarse con Alemania y el imperio Austro-Húngaro, y declararle la guerra a Rusia, Reino Unido y Francia. La Primera Guerra Mundial comenzaba. Como Rusia era el enemigo, y su población era cristiana al igual que los armenios, los armenios comenzaron a convertirse en el enemigo dentro del imperio otomano. Miles fueron fusilados en Constantinopla (actual Estambul), y cientos de miles fueron deportados a campos de concentración diseminados por el imperio otomano. Mientras los armenios realizaban estas marchas forzosas, eran “encontrados” en el camino por bandas que los masacraban con machetes (estas bandas estarían aliadas con la CUP). Algunas mujeres y niños que sobrevivían fueron raptados para utilizarlos como mano de obra forzosa o esclavos sexuales. Se vieron obligados a convertirse al Islam y hablar turco, perdiendo así por siempre su identidad armenia. Los hombres que sobrevivían a estas matanzas eran obligados a seguir desplazándose hacia el desierto de Siria (perteneciente al imperio otomano en aquél entonces) donde morían deshidratados, de hambre o de agotamiento. Y los pocos que finalmente llegaban a los campos de concentración solían morir ahí mismo.
Flor en memoria de los fallecidos durante el genocidio armenio
Hoy en día tan solo 34 países reconocen el genocidio (España no lo reconoce). ¿Por qué no? Para evitarse problemas con Turquía, un país que al fin y al cabo tiene mayor músculo económico y comercial que la empobrecida Armenia. Al salir del museo, no sé si por una macabra coincidencia, o hecho aposta, lo primero que uno ve es el Monte Ararat, símbolo y orgullo de los armenios, pero que desde 1921 pertenece a Turquía. Ver esta montaña desde toda Yereván y parte del país, es un constante recordatorio de la humillación que han sufrido los pobres armenios a lo largo de su historia.
Hoy en día comienzan a surgir grupos nacionalistas de ultraderecha, que abogan cada vez más abiertamente por la expulsión de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo de sus países. Vemos también genocidios terribles en el siglo XXI ante la mirada desviada de las potencias mundiales, tal como con los rohyinga en Myanmar o los palestinos en Gaza.
El genocidio de Armenia debe recordarnos que si no se actúa a tiempo, terroríficas consecuencias pueden ocurrir. Hitler dijo en 1939, días antes de invadir Polonia: “Después de todo, ¿quién habla hoy de la aniquilación de los armenios?”